Habilidades emocionales. Comunicación Asertiva en Adolescentes
El acompañamiento de los adolescentes es todo un desafío. Las autoras del post nos explican la importancia de la inteligencia emocional en este proceso.
Lic. Constanza Curado (Mat. 48161); Lic. Silvina Calogero (Mat. 48297)
12/16/20235 min read
La adolescencia presenta características propias, siendo una etapa vital fundamentalmente signada por el cambio. A diferencia de la pubertad (que involucra un conjunto de cambios físicos, biológicos y universales), la adolescencia puede pensarse como un fenómeno psicosocial (Berger, 2007) que incluye tanto una construcción social determinada como aspectos propios de la singularidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que la adolescencia se extiende desde los 10 a los 20 años, aunque para otros autores se prolonga hasta los 29 años (Coppo, Maristany y Martinez, 2008). El inicio de esta etapa vital está determinado por transformaciones fisiológicas, pero su finalización depende fundamentalmente de cambios psicoemocionales y sociales (Garaigordobil, 2008).
Las publicaciones bibliográficas actuales adoptan un enfoque biopsicosocial para definir a la adolescencia como una etapa caracterizada por transformaciones sustanciales a nivel físico, psicológico y social que provocan intensos cambios en la interacción con el entorno socioafectivo y cultural (Contini de González, 2006), siendo fundamental el acompañamiento psicosocial y el abordaje integral de la salud bajo intervenciones promo-preventivas.
Es por ello que se vuelve necesario reconocer la importancia de potenciar las habilidades emocionales en los adolescentes, para propiciar relaciones interpersonales satisfactorias y resolución de conflictos a través del diálogo.
El estudio del desarrollo psico social de las últimas décadas apuntan a una mirada más humanista y efectiva del sujeto, centrada en el intercambio con otras personas, generando búsqueda de nuevas herramientas para el logro de intercambios óptimos. Un concepto fundamental para comprender esta mirada es el de Inteligencia emocional, aquella habilidad de las personas para entender y percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa, la capacidad para asimilarlos y comprenderlos de manera adecuada y la destreza para regular y modificar nuestro estado de ánimo o el de los demás (Fernández-Berrocal, Extremera Pacheco, 2002). Las emociones son una parte inherente de nuestra vida, en cómo nos percibimos a nosotros mismos y a los demás, en relación con nuestras capacidades, con nuestros valores, con nuestros recursos. Las emociones nos permiten comunicarnos, proyectar y proyectarnos, etc. Por lo tanto, conocer las potencialidades de este tipo de inteligencia permite el crecimiento personal y social, y a la vez, de grupos y/o comunidades, generando entornos sanos, caracterizados por el respeto mutuo y la libertad en la expresión, pensada desde la cooperación.
Por otro lado, también hay emociones que pierden su original función de adaptación y es ahí, donde empiezan a constituir, ellas mismas, un problema: miedo, angustia, ansiedad, estrés. La habilidad para regular las propias emociones no solo facilita el crecimiento emocional e intelectual, sino que se convierte en una herramienta personal fundamental para sobrellevar los momentos y situaciones de estrés para la persona.
Particularmente, la adolescencia es una etapa del desarrollo humano que conlleva cambios endógenos, psíquicos y socioemocionales, que propician la salida e independencia de lo familiar, en búsqueda del desarrollo de la personalidad. El adolescente vivencia momentos de inestabilidad que ponen en jaque el “quién soy” como pregunta identitaria, y quiénes son esos modelos vinculares (familia y amigos). En esta etapa, se vivencian sensaciones de incertidumbre frente a lo que siento y lo que sienten los demás. La dificultad en codificar lo que me pasa, lo que le pasa al otro y comunicarlo suele traer momentos de peleas, enojos y frustraciones. Este tipo de vivencias es propio de la etapa, y necesaria para el crecimiento, la autonomía e independencia. No por ello debe ser un momento de sufrimiento y angustia, sino que puede ser atravesado de manera menos traumática cuando el adolescente puede generar habilidades de comprensión y expresión emocional por medio de la comunicación asertiva. Esta habilidad básica permite a los adolescentes relacionarse desde el respeto, detectar lo que desean, comunicarlo en el momento adecuado y tener en cuenta los deseos y/o posturas del otro para llegar a consensos. Es un estilo de comunicación que favorece las relaciones sociales, es decir, implica poder expresar opiniones, necesidades y deseos, de manera respetuosa.
La comunicación interpersonal es una parte esencial de nuestra vida, estamos continuamente interactuando con los demás, comunicándonos con los recursos o las habilidades sociales que disponemos. Nuestras emociones determinarán cómo nos comunicamos. La forma de comunicarnos está íntimamente asociada a las emociones y tendrá, para nosotros, consecuencias emocionales. Nuestro estilo de comunicación afectará emocionalmente a los demás. Abrir la mirada a la dimensión emocional nos permite poder gestionar dichas emociones, permitiendo construir relaciones más saludables y resolver conflictos de manera constructiva. Es por ello que entendemos la necesidad de reforzar la comunicación asertiva en esta etapa vital.
A partir de todo lo expuesto, toma relevancia la importancia de brindar a los adolescentes, estrategias para poder adquirir competencias emocionales y de comunicación asertiva que posibilite establecer una comunicación más efectiva, potenciando aquellas habilidades y destrezas que faciliten de manera satisfactoria las relaciones interpersonales y la integración en la sociedad de manera más reflexiva y consciente, posibilitando el pasaje próspero del mundo infantil hacia el adulto. Resulta necesario el pensar en espacios promo preventivos, lugares de encuentro donde los adolescentes puedan abrirse y expresar con otros no familiares lo que sienten, lo que les pasa. Estos espacios, a modo de talleres vivenciales, espacios de escucha, conversatorios coordinados por profesionales de la salud, son espacios de ejercicio, práctica de una modalidad de comunicación que invita a conocerse uno mismo estando con otros. Es de vital importancia el acompañamiento, apoyo y contención a quienes transitan por esta etapa, ya que el desarrollo intra e interpersonal basado en la comprensión y expresión adecuada de las emociones favorecerá el desarrollo de personas capaces, competentes y flexibles, con la posibilidad de adaptarse a los cambios históricos, sociales y/o culturales posibles.
Bibliografía citada:
-Berger, K. S. (2007). Psicología del Desarrollo Infancia y Adolescencia. Madrid: Ed. Médica Panamericana.
-Catalán, V. (2014). “Escenarios complejos: comunidad y territorio”. En Material de estudio Curso Una mirada epistémica y político-institucional sobre la atención primaria de la salud en el primer nivel de atención. Hospital Nacional en Red, especializado en Salud mental y adicciones “Lic. Laura Bonaparte” 2013-2015. 2 Lewkowicz, I; Corea, C.; De la Aldea, E. (1998). “La comunidad, entre lo privado y lo público”. Publicado en Revista “Campo Grupal” No. 2, Buenos Aires. Disponible en: http://www.elenadelaaldea.com.ar/1998/09/lacomunidad-entre-lo-privado-y-lo-publico
-Contini de González, N. (Comp.) (2006). Pensar la adolescencia hoy. De la psicopatología al bienestar psicológico. Buenos Aires: Paidós.
-Coppo, A., Maristany, M., & Martínez, A. (2008). Construcción del guión personal: psicoterapia con adolescentes y sus familias. En H. Fernández Álvarez (Comp.), Integración y Salud Mental (pp. 273-301). Bilbao: Desclée de Brower.
-Extremera Pacheco, N ; Fernandez Berrocal, P. (2004). "Inteligencia emocional, calidad de las relaciones interpersonales y empatía en estudiantes universitarios", Clínica y Salud, vol. 15, núm. 2, 2004, pp. 117-137. Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, Madrid, España.
-Garaigordobil, M. (2008). Intervención psicológica con adolescentes. Un programa para el desarrollo de la personalidad y la educación en derechos humanos. Madrid: Pirámide.
-Garcia Fernandez, M. y Gimenez Mas, S. I. (2010). "La inteligencia emocional y sus principales modelos: propuesta de un modelo integrador". Revista Vol 3 N° 6.